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Un merecido homenaje a Nikola Tesla

22 agosto, 2012

Me ha encantado esta iniciativa, de la que he tenido conocimiento hoy leyendo el periódico. Una iniciativa de esas que se han llamado toda la vida de suscripción popular, y que ahora hay que llamar crowdfunding para ser moderno.

La iniciativa particular, lanzada el pasado 15 de agosto, pretendía recaudar 850.000 dólares para comprar los terrenos donde se encuentra el laboratorio de Wardenclyffe, a unos 100 km de Brooklyn, donde Tesla trabajó durante años en la transmisión inalámbrica de energía.

Dos días después de su lanzamiento, la campaña había conseguido ya más de 500.000 dólares.

El objetivo con el que Tesla ideó aquel laboratorio era crear una gran torre desde la que se transmitiría energía a todo el mundo. La falta de financiación para su proyecto acabó malogrando. En 1917 Tesla, arruinado, tuvo que abandonar el laboratorio. La gigantesca torre junto al laboratorio fue demolida para tranquilidad de los vecinos, durante tantas noches aterrados por la intensidad de los fogonazos que emitía, y que iluminaban campos y cielos a varios kilómetros a la redonda.

Aún queda, sin embargo, el laboratorio, que la iniciativa quiere convertir en el primer museo dedicado a Nikola Tesla. Los intentos por crear el museo Tesla no son nuevos, y los entusiastas del científico de origen croata llevan tiempo tratando de conseguir que Agfa, propietarios del terreno, donaran las instalaciones para la creación del museo.

Agfa, sin embargo, ha descartado que vaya a donar la propiedad o a vendérsela solo a quien garantice la conservación del laboratorio. En definitiva, que no había otra forma de asegurar que no sería demolido que comprando el terreno para crear el museo.

El precio de la propiedad es de 1,6 millones de dólares. El Estado de Nueva York prometió aportar la mitad del dinero si la iniciativa llegaba a recaudar 850.000 dólares, suma que a fecha de hoy ya se ha superado.

En la página Indiegogo podéis encontrar más datos sobre esta iniciativa. Y, si queréis, hacer alguna aportación.

Mark Twain, en primer plano, jugueteando con algunos de los inventos de su buen amigo Nikola Tesla (en segundo plano), en el laboratorio de este en la ciudad de Nueva York, en 1894.

Mark Twain, en primer plano, jugueteando con algunos de los inventos de su buen amigo Nikola Tesla (en segundo plano), en el laboratorio de este en la ciudad de Nueva York, en 1894.

Nikola Tesla fue uno de los científicos más importantes de los siglos XIX y XX, y tal vez la persona que en solitario más contribuyó al desarrollo de la comunicación inalámbrica. Según leí hace no tanto en Nikola Tesla: el genio al que le robaron la luz, libro de Margaret Cheney que más que una mera biografía es un intento por reivindicar su figura:

«En 1909 Marconi recibía el premio Nobel por el invento de la radio. El aparato con el que Marconi transmitió la primera señal de radio que cruzó el océano Atlántico en 1901 utilizaba hasta diecisiete patentes propiedad de Tesla, quien ya llevaba varios años probando la emisión y recepción de señales de radio y quien reclamó los derechos de la patente.

No fue hasta 1943, ya muerto Tesla, cuando la Corte Suprema de EE UU reconoció la prioridad de Tesla sobre la patente de la radio, la cual hoy mantiene. Aunque el debate pervive, ya que no está claro si ese gesto pudo estar destinado más bien a evitar la demanda que Marconi había iniciado contra el Gobierno de EE UU por utilizar su radio durante la guerra. En 1989 el grupo de música “Tesla” dedicó la canción The Great Radio Controversy a esta polémica.»

Tesla en su laboratorio, en una imagen publicitaria tomada para conseguir que el interés del público le ayudara a presionar al banquero J. P. Morgan, que financiaba sus investigaciones en Wardenclyffe.

Inventó el alternador y fue el principal responsable de que hoy usemos la corriente alterna en lugar de la continua (por la que apostaba su rival Edison). La campaña publicitaria que inició Edison para desacreditar el modelo de corriente alterna sería argumento suficiente para el guión de una gran película. No faltarían en ella dos grandes genios enfrentados, las intrigas económicas al más alto nivel, las difamaciones, los chantajes y el recurso al terror: lo que podría hacer un buen guionista con esa historia.

Nikola Tesla patentó el control remoto y realizó investigaciones sobre la transmisión inalámbrica de energía que, aunque no llegó a completar, aún fascinan a la ciencia hoy día. Entre sus patentes se encuentra incluso un modelo de aeroplano de despegue vertical, que nunca llegó a construir, pero que se asemeja mucho al que desarrolló el ejército estadounidense en los

A la izquierda, el laboratorio, aún en pie; y la torre, demolida en 1917.

años 80.

Una prueba del olvido al que durante décadas se desterró a la figura de Tesla es que aún se siga atribuyendo la patente de la radio a Marconi. Margaret Cheney cuenta en su libro:

«Si, después de Tesla, hay un científico que con mayor razón merezca el título de pionero en el campo de la radiodifusión, éste es sin duda sir Oliver Lodge, quien en 1894 hizo realidad la transmisión de señales telegráficas a través de ondas hercianas, sin necesidad de cables, a una distancia de unos ciento cincuenta metros.

Dos años más tarde, un joven Guglielmo Marconi, que andando el tiempo llegaría a marqués, se presentó en Londres con un transmisor sin cables, que en nada se diferenciaba del de Lodge. Su presencia, como es de suponer, poco inquietó a quienes iban en cabeza. El aparato contaba con una toma a tierra y una antena, o cable aéreo, con el que había llevado a cabo experimentos rudimentarios en Bolonia. Pronto se vio que se trataba del mismo equipo que Tesla había utilizado en sus conferencias de 1893, para entonces publicadas y traducidas a varios idiomas. Posteriormente, como tendremos ocasión de comprobar, Marconi negó que hubiera leído nada acerca del sistema propuesto por Tesla, pretensión que la Oficina de Patentes de Estados Unidos calificó de absurda.»

Marconi obtendría el premio Nobel por el invento de la radio en 1909.

Esperemos que el proyecto para la creación de un museo Tesla tenga éxito. Aunque, teniendo en cuenta que se encontraría a unos 100 km de la ciudad de Nueva York, solo los muy interesados lo incluirían en sus visitas turísticas.

Más sobre el genio de Nikola Tesla aquí.

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