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Hiyab o no hiyab: un pulso en torno a la tolerancia y la libertad

20 abril, 2010

Esta semana apareció en los periódicos la noticia de que una chica musulmana había sido apartada de las clases en un instituto de Pozuelo de Alarcón (Madrid) debido a que cubre su cabeza con un pañuelo, algo que está prohibido en el reglamento del centro.

Alumnas del instituto de Pozuelo, con hiyab.

Esperanza Aguirre ha opinado en contra de que los alumnos se cubran la cabeza; mientras Ángel Gabilondo, ministro de Educación, ha declarado que el derecho de la chica a la educación está por encima de esta disputa. El martes se anunciaba que la niña volvería a las clases, ya que se modificaría el reglamento que impedía que estuviera en clase con la cabeza cubierta. Pero al final no va a producirse tal cambio, porque los profesores han votado en contra. Lo que deja a esta chica fuera de las aulas una vez más.

La discusión es complicada, y hay tantos argumentos a favor, como en contra de que se tolere el uso del pañuelo en las aulas.

En contra del hiyab

En contra, se podría decir que es una norma cultural occidental la obligación de descubrirse la cabeza en presencia de una autoridad. Y que en el contexto del aula, esa autoridad es el profesor. Esta es una norma tan cultural (y por ende respetable para aquellos que opinan que “cultural” es sinónimo de “indiscutible”) como la que ha llevado a esta chica musulmana a decidir empezar a cubrir su cabeza con un hiyab.

En contra se podría decir también que más respeto merecen nuestras normas culturales, porque al fin y al cabo, la familia de esta chica ha venido a España en busca de mejores oportunidades, de una vida mejor, en definitiva. Y que es poco pedir a cambio de una educación y una sanidad gratuitas, de unos derechos civiles más amplios que los que podían tener en su país de origen, respetar y asumir los valores culturales de nuestro país.

En contra se podría decir que los padres de la niña, permitiendo que siga llevando el pañuelo contra el reglamento del instituto, están atentando contra el derecho a la educación de su hija. Y que en el caso de un chantaje así, hay que ser firmes y obligar a que la chica acuda a clase y sancionar a los padres en caso de que estos se opongan.

En contra se podría argumentar que la negativa a cumplir con el reglamento del instituto es una negativa a la convivencia.

En contra se podría afirmar que si se permite el uso del pañuelo a las chicas musulmanas, lo siguiente será dejar que otros alumnos usen gorras, sombreros y demás prendas con las que cubrir sus cabezas, o dejar al libre albedrío de la voluntad de los adolescentes la elección de su vestimenta. Esto sería un obstáculo para la realización de uno de los fines de la enseñanza social, que no es otro que el de aprender a respetar la autoridad.

A favor de permitir el uso del hiyab en clase

A favor de permitir el uso del pañuelo no hay una lista tan abultada de argumentos. Quizá solo haya uno: que nuestra sociedad se caracteriza, y diferencia, por su tortuoso camino hacia la tolerancia, basada en su respeto a la libertad individual.

Porque la tolerancia, creo que no está de más recordarlo, no es sino permitir comportamientos con los que no estamos de acuerdo; y que nos pueden parecer incluso moralmente reprobables. No se es tolerante con quienes piensan lo mismo que uno mismo. ¿Cuál sería el mérito, cuál la virtud moral de la opinión unánime y en comandita?

El límite de la tolerancia, claro está, es el perjuicio directo o indirecto a otras personas y, en consecuencia, a la sociedad.

La tolerancia probablemente no sea la virtud más extendida en la sociedad de la que proviene la familia de Najwa, la chica expulsada de las aulas por su decisión de cubrir su cabeza con el hiyab. Pero esa cuestión es totalmente irrelevante en este caso. Porque no estamos hablando de otras sociedades, sino de la nuestra. En la cual, si se me permite recordarlo, permitimos que muchas mujeres se cubran el cuerpo completo e incluso se encierren, sin que nadie se haya escandalizado considerándolo un brutal atentado a su libertad individual.

Parece un anuncio de Benetton, pero son solo unas monjas.

Hablo de las monjas, y de las monjas de clausura. Si respetamos su derecho a una vocación y expresión religiosas, ¿por qué no en este caso?

Estamos hablando de una chica a la que se le niega el derecho a la educación; a la que se ha expulsado de las aulas porque unos profesores consideran que el respeto a su autoridad en el aula, que consideran agredido por la decisión de la chica, es superior a la libertad de expresión cultural o religiosa; sin olvidar su derecho a la educación.

Intentando comprender la decisión de los profesores de votar contra el cambio en el reglamento del centro, se me ocurre que quizá sea la única y ridícula forma de afirmarse como autoridades; un golpe desesperado sobre la mesa para llamar la atención sobre el hecho de que socialmente han perdido casi todo el prestigio.

Pero esta decisión no es una posible solución integradora, sino la expresión del fracaso de un modelo educativo, del que son responsables no solo las familias, sino también los docentes mismos.

En todo caso, la solución a este problema no pasa por atacar la libertad de expresión cultural o religiosa. Más bien diría que va por inculcar a los alumnos valores tales como la tolerancia y el respeto; y hacerles ver que la sociedad está cambiando. The times they are a changin’, señores.

Me gustaría leer hoy que el pulso ha terminado. Me gustaría leer en la prensa que la comunidad educativa, que las autoridades políticas, se han dado cuenta de que estamos discutiendo fruslerías, olvidando todo lo que hay de verdaderamente preocupante en el estado de la educación en España.

Me gustaría leer que Ángel Gabilondo ha conseguido un pacto nacional por la educación con contenido, y no un mero conjunto de deseos, una especie de carta a los reyes magos educativos, sin posibilidad de realización por mezquinos intereses de partido.

Me gustaría un titular que dijera que se ha cambiado el reglamento del instituto para eliminar aquellas normas que contienen en su base una negación de la pluralidad cultural o religiosa; y que en vez de facilitar la convivencia (lo que debería ser su fin), la obstaculizan.

Me gustaría leer que el pulso ha terminado porque sabemos que el derecho a la educación y a la libertad individual están por encima de las frustraciones de unos profesores que se creen incapaces de enseñar a una chica que se cubre la cabeza.

6 comentarios leave one →
  1. Kamerad Wolfrad Omega permalink
    21 abril, 2010 9:14

    Tú no vengas a rezar a mi escuela, y yo no iré a pensar a tu iglesia…

  2. 21 abril, 2010 11:02

    Hola, no es lo mismo una monja de clausura que una niña que acude a un colegio con la cara tapada. A mi las monjas me dan respeto,han elegido ellas esa vida y creo que ayudan a la gente. Son mayores de edad y no creo que se sientan menospreciadas ni menos que nadie,incluso están orgullosas de la vida que han elegido. Y no es que se tolere, es que España es de tradicion Cristiana,al igual que la mayoría de Occidente y no lo vemos como una ofensa.
    De hecho los que se están ofendiendo precisamente son los ateos y extremistas. ¿Acaso las monjas se han quejado de lo mal que están? En cambio si he oido a muchas mujeres musulmanas como están sometidos por sus maridos y por una interpretacion de una religion medieval.
    Si aceptamos las libertades individuales, entonces no quiero ir a trabajar en traje,quiero ir desnudo en verano,etc etc.
    Aqui o jugamos todos o pinchamos el balon.
    Saludos

    • 21 abril, 2010 11:27

      Hola Trikar.
      Estoy de acuerdo en que no es lo mismo una monja que una niña que va a clase. Pero no las comparaba por eso, sino porque convivimos con personas que se cubren por motivos de decoro de base religiosa desde hace siglos. Y nadie se ha quejado… mucho.
      La prohibición de usar el velo (que en estos casos cubre la cabeza, no el rostro) en las aulas de un instituto nos llevaría inevitablemente a prohibirlo también en una universidad. ¿O habría que hacer distinciones sobre en qué contextos educativos está permitido y en cuáles no?
      No legislamos sobre elementos de base religiosa que no ofenden más que a quienes se ofenden por cualquier diferencia porque quien los porte sea mayor o menor de edad. No se ha mencionado siquiera una vez ese elemento en la discusión. Legislamos porque no distinguimos una gorra de los Lakers del velo. Nos parece lo mismo. Pero no porque creamos que lo son, sino porque es un argumento que obvia un elemento distintivo fundamental, con el único propósito de acabar con la diferencia religiosa en nuestra sociedad.
      La sociedad occidental es de tradición cristiana, pero el cristianismo ha tenido una historia plagada de herejías que con el tiempo hemos ido consintiendo. Hemos avanzado por los márgenes de la ortodoxia religiosa hacia la tolerancia. Si ahora nos vamos a enrocar en posturas que apelan a tradiciones sociales religiosas, estamos dando un paso atrás.

  3. Stupor Mundi permalink
    21 abril, 2010 11:24

    Todo lo que sea señal de sometimiento a un poder desconocido está mal, aunque sea llevar un pañuelo como las musulmanas o calzoncillos largos como los mormones, aunque se haga con voluntad placentera.

    A mí lo que reconcome es que estos liberales a la Espe manera aplaudan las normas de deriva de ese instituto de Pozuelo, que con el nombre de censor franquista que arrastra nada bueno barrunta, y luego se encaden, rompan vestiduras y tiren al monte cuando se sentencia en los tribunales europes que las cruces fuera de los colegios públicos.

    Yo tuve una compañera de universidad que era monja o novicia o tonta, que las tres cosas parecía, y venía a clase con tocas de luto y era como la consabida mosca en el plato de leche. Me imagino que ahora será la jefa de prensa de las Esclavas de José y María, esa era su orden, y yo sigo sigo gacitillero ad hoc, empero nunca concebí como normal vestirse a la tredentina para ir a estudiar.

    La solución creo que sería dar libertad a todo el mundo para hacer lo que quiera y sea como quiera ser. Al fin y al cabo en casi todos los institutos los niños visten como yonkis o emos o latin kings y todas las niñas directamente como putas. Dejar en esa diversidad alguien con velo, creo que no desentona, sobre todo si se sienta en clase debajo de un crucifijo de tamaño natural pintado por Kiko Arguello, o cualquier otro majadero sin talento, ni manos ni pie derecho…

  4. 21 abril, 2010 15:50

    Que se haga una LEY general para todos los centros educativos publicos y listo. Aunque si que es cierto que algunos visten como autenticos mamarrachos.Mejor van en pelotas a clase, hacen menos daño a la vista.

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  1. Hiyab o no hiyab: un pulso en torno a la tolerancia y la libertad

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