Decía Montaigne, en “Del castigo por obstinarse sin fundamento en la defensa de una plaza”, que el exceso de valor conduce a cometer actos temerarios, obstinados y locos, a quien no conoce los linderos del buen obrar, tan difíciles de precisar.
La razón de este blog personal es precisamente la defensa obstinada de una plaza pública cada vez más asediada por los eufemismos más insultantes de la política y la prensa, que del buen obrar parecen no saber nada. En un tiempo en el que lo dominante son los déficits de información, este blog se suma al superávit de opiniones.